El
Seminario es parte del Sistema Educativo de la Iglesia. El programa proporciona
educación religiosa y principios morales a los jóvenes de 14 a 18 años. Se
imparten 4 cursos, uno por año: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Doctrina
y Convenios / Historia de la Iglesia y el Libro de Mormón. Hay varios formatos
para tomar las clases, pero el Seminario matutino es el más común. Las clases
son de lunes a viernes, iniciando entre 5 y 5:30 de la mañana.
Me
convertí a la Iglesia a los 14 años así que participe del programa de
Seminario. Mi hermana Cristina quien se convirtió después que yo, apenas tenía
2 meses de miembro de la Iglesia cuando fue llamada como maestra de Seminario.
Ambos nos habíamos bautizado sin el consentimiento de nuestros padres, así que
era un gran reto asistir a Seminario cada mañana sin que nuestros padres se
dieran cuenta. Fueron tantas bendiciones, experiencias y testimonios de la
ayuda divina que no es posible citarlos en en este libro.
Yo
obtuve mi certificado de logros de Seminario a los 18 años y mi hermana sirvió
como maestra por 5 años. El conocimiento y las experiencias obtenidas en este
tiempo es un firme testimonio de la inspiración de nuestros líderes al
establecer este programa para la juventud.
Como
padres estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad de apoyar a nuestros
hijos para que participen en el Seminario. Mateo, Nefi y James graduaron del
programa. Josúe y Betsy están en él.
Cuando
Betsy se gradue en el año 2020 tendremos 12 años continuos levantándonos antes
de las 5 de la mañana para que nuestros hijos asistan a Seminario.
Como
padres estamos dispuestos a hacer este sacrificio porque sabemos que el
conocimiento que adquieren en Seminario les prepara para resistir las fuerzas
de mal que están teniendo tanto éxito en desviar a la juventud a senderos
prohibidos.
El
Seminario proporciona una excelente preparación para que nuestros hijos sirvan
como misioneros, estudien una carrera universitaria y se casen en el Templo. Ademas
que les fortalece su fe y les da una armadura que los protegerá del mal por el
resto de sus vidas.
En
la Biblia leemos sobre la costumbre de Jesucristo de levantarse temprano: “Y
levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar
desierto, y allí oraba”. (Marcos 1:35).
En
la revelación moderna nos ha dicho: “… cesad de dormir más de lo necesario;
acostaos temprano para que no os fatiguéis; levantaos temprano para que
vuestros cuerpos y vuestras mentes sean vigorizados”. (DyC 88:124).
El
hecho de que Jesús estudió las Escrituras en su niñez y juventud queda de
manifiesto en las palabras de Lucas: “Y Jesús crecía en sabiduría, y en
estatura y en gracia para con Dios y los hombres”. (Lucas 2:52). Su respuesta a Satanás cuando lo tentó en 3
ocasiones, nos muestra su profundo conocimiento de las Escrituras: “Escrito
está…”. (Mateo 4:4, 7, 10).
Las
Escrituras enseñan la importancia de conocer al Señor en la juventud. En el
Libro de Mormón: “¡Oh recuerda, hijo mío, y aprende sabiduría en tu juventud;
sí, aprende en tu juventud a guardar los mandamientos de Dios!”. (Alma 37:35).
En la Biblia: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que
vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en
ellos contentamientos”. (Eclesiastés12:1).
La
juventud de nuestra Iglesia escudriñando las Escrituras muy temprano en la
mañana en el programa de Seminario es una muestra de la fe que tenemos padres e
hijos en Jesucristo.
Este es un segmento de uno de los libros que estoy escribiendo.
Mateo Melgar Ochoa
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